lunes, 24 de marzo de 2008

Un hombre solo

Él estaba allí, tan solitario como sólo un hombre solo puede estarlo.
Yo le observaba, mucho más cercana de lo que él suponía.
La pelirroja también estaba a su lado; como una gata coqueta. Él acariciaba su traje de cristal tibio con sus manos cálidamente frías. Ella. Oh, sí. Ella; brillando rojiza y seductoramente bajo las lámparas. Mirándolo con sus ojos de malta líquida. Deliciosa, y fascinante; llena de ángulos imposibles, eterna amante de los hombres solos.
(Como él)
Pero él no la miraba.
A mí tampoco.
Entre sus manos hacía girar un anillo. Aquel aro plateado bailoteaba torpemente entre aquellos también torpes dedos. Había salido de uno de ellos -del anular; dejando una marca roja, muda testigo de su larga estancia allí- y ahora danzaba con todos.
Polvo al polvo.
No quise interrumpirlo. Me pareció que pensaba en algo muy importante; aunque no supe por qué. Pero respeté su silencio.
Y entonces se puso el anillo otra vez.
Y seguía estando solo.
Aun sin conocerlo a fondo -o quizá sí- deseé que hubiera encontrado respuestas. Le supuse merecedor de ellas; aunque sus preguntas fueran terribles.

domingo, 23 de marzo de 2008

Dejà vu

... Tiemblo; y quizá busco que mis letras sigan esa misma nerviosa partitura. Por eso no me concedo ni un segundo y plasmo aquí y ahora mi caos, mi torbellino. Mis certezas.
(Te vi el 19 de Marzo)
¿Qué ha sido todo este tiempo? ¿Una quimera? ¿Anestesia de ti?
No.
Lo gritaré a quien quiera escucharlo.
No.
No has huido. Yo te he echado -a patadas- de mi vida. De mi eternamente remendado corazón.
No.
Tal vez seas -eres- endemoniadamente guapo, y tus ojos verdes brillen como las promesas que agonizan tras sus pupilas. Pero nada de eso importa si, ya vacunados y amnésicos de mí, siguen sin poder mentirme.
Lo has aprendido bien. Y ya somos sólo buenos -nunca los mejores- amigos.
(Sí, sólo)
Aunque... Tú inervas mi sistema nervioso y lo haces vibrar.
Reconozco que aún me perturbas.
... Que sí, que te veo y un diablo crece en mis entrañas desbaratando mi pulso de cirujana. Que si apareces traes consigo mis -casi- mejores arritmias. Que te escribí el que considero, hasta la fecha, mi más acertado poema.
"Serán las cenizas del pasado -dijiste-; yo también me siento así al verte"
Odio los dejà vu.
Pero me encanta poder decir: Soy libre. Libre de ti.

martes, 18 de marzo de 2008

Alma de tabú

No quiero -sólo- una noche divertida
con final infeliz.
Te quiero junto a mí.

No amo lo fugaz.
eres eterno.
... Lo sé.

Soy el resquicio que te queda,
lo que temes y,
quizá,
deseas.

Soy el cigarrito de después.
Me fumas a escondidas.
Y te sepo bien.

Soy yo.
Eres.

Buscas lo que yo,
o qué sino.
No te supongo tan cabrón.

No soy un simple juguete
odiado por tu pasado.
Soy un alma de tabú.

Vamos, joder,
atrévete;
que no sólo te lo pasarás bien una vez...
Porque yo no huiré.

lunes, 17 de marzo de 2008

Gregorio Casas

... Hacía mucho tiempo que no dibujaba algo que mereciese la pena. Últimamente sólo salían de mi lapicera seres extraños y dantescos trazados al margen de apuntes fotocopiados; producto de instantes -eternos- de aburrimiento.
Y claro, de vez en cuando mi hastío necesita ocuparse en algo que no sean las letras. Si además coincide que mi mirada divaga por el cuarto y topa con una foto de House que tengo en la corchera... Salen acuarelas como ésta.

viernes, 7 de marzo de 2008

A mi tristeza:

Siempre que te vas, o me abandonas, o te cansas de mí, o sencillamente me concedes tu cortés olvido, descubro lo mucho que me has enseñado.
Contigo puedo reflexionar tranquilamente. Representas una suerte de látigo que mantiene acobardadas y silentes a esas fieras que son mis emociones más turbulentas. Eres un tranquilo prisma, un cristal incoloro que destierra la visión rosa -odio y odiaré siempre el rosa- de la vida.
... Sé que no te gusta que digan de ti que huyes; que no eres cobarde -me dices con tus ojos infinitos. Por eso yo miento cara al universo entero -si me lo pides-; y afirmo que soy débil a ti. Que me vences. Que te odio.
Pero tú y yo sabemos que nos necesitamos. Tú y tu sed de enseñar. Yo y mi sed de lo permanente. Mi eterna sed, en definitiva, de hallar una certeza.
Muchas gracias por todos vuestros comentarios de ánimo en la entrada anterior. Me encuentro mucho mejor tras este lapsus triste. Lo he visto todo desde otra perspectiva; y espero que me sirva de mucho.

martes, 4 de marzo de 2008

La parte del león

... Hacía mucho tiempo que la tristeza no venía a reclamarme la parte del león que le corresponde de mi alma triste.
Un día se fue de mis entrañas, ciclónica y loca, abandonándome. Jurando volver.
No pude destruir su hogar cuando huyó. No pude, joder. No sé siquiera si quise; si alguna vez dejó de seducirme por un instante -breve, como todos los demás.
Quizá por eso ayer -y hoy, y mañana, y yo qué sé- no me sorprendió encontrarla cara a cara, aparentemente sin sentido, repentina; magnífica y temible como una mujer dolida.
Y yo... Yo supe que se acercaba. Cómo, no lo sé. Pero su llegada es inconfundible para quien es su eterna compañera de alegrías, para quien conoce bien su soledad. Para mí.
Sé también que no es traidora; y avisa atacándome con todas sus horrendas sensaciones. Porque lo que llegará tras ella será peor; vaya que si lo será. Siempre lo es. Siempre.
... Aún sé más. Sé que ha venido dispuesta a quedarse un tiempo.
El que tarde en asumir unos cuantos errores. El que tarde, qué carajo, en olvidarte.