Los retos y yo. Yo y los retos.
¿Alguna vez has pensado qué es lo que le da sal a tu vida? ¿Por qué aceptas vivir, que los días no se deslicen sin más, seguir arrancando la hoja del mañana en tu gris calendario?
Mi vida es una lucha. Por eso quiero seguir viviéndola.
No; mi existencia no es desgraciada, ni las condiciones en que me encuentro podrían calificarse de áridas. Tampoco es que no haga lo que me guste, ni que desconozca el sabor de la felicidad -sabor que, por otra parte, es diferente para cada uno de nosotros.
Sencillamente me gustan los retos.
¿Optar por el camino fácil, la opción cómoda... ? No, gracias.
¿Quedarse callada cuando sabes que eso te evitaría problemas? Tampoco.
¿Elegir una personalidad muda, integrada en la masa colectiva, aparcar mis gustos particulares, maquillar mis filias y fobias? No... Tú no me verás así.
Sin embargo, no son estas las batallas que me hacen sentir que sigo viva. No; estas pequeñas rencillas no me preocupan en absoluto. Son meros soldaditos de plomo que, ciegos, se malhieren en una inmensa guerra, absurda como todas.
Mi lucha particular es -como no podría ser otra- el amor; mi némesis. Desde que descubrí esta maldita, bendita emoción jamás lo he tenido fácil.
Un día elaboré mi propia teoría:
Mi defecto particular es socialmente repudiado por los demás. Sé que si te lo cuento enseguida oiré cómo me dices que no soportas a esa clase de personas. Y yo haré como que te entiendo, y me lamentaré de mi debilidad, y esbozaré una sonrisa que se supone pretende excusarme con dulzura.
Y tú menearás la cabeza y me compadecerás, regocijándote mientras piensas en el -seguro- mucho más encantador defecto que te atrae.
Pero en cuanto me des la espalda, pensaré que tú no conoces el sabor de los canallas. Me reiré abiertamente de tu desprecio por ellos, de tu preocupación por el daño que me puedan hacer. Créeme; lo sé.
Y me solazaré en el placer infinito que sé se obtiene cuando te ganas el respeto, el cariño desmedido de uno de ellos.
... Y es que está claro que a mí me atraen los abismos. Si no no puede explicarse lo que ha anidado en mí disparando todas las alarmas de peligro.
Mi vida es una lucha. Por eso quiero seguir viviéndola.
No; mi existencia no es desgraciada, ni las condiciones en que me encuentro podrían calificarse de áridas. Tampoco es que no haga lo que me guste, ni que desconozca el sabor de la felicidad -sabor que, por otra parte, es diferente para cada uno de nosotros.
Sencillamente me gustan los retos.
¿Optar por el camino fácil, la opción cómoda... ? No, gracias.
¿Quedarse callada cuando sabes que eso te evitaría problemas? Tampoco.
¿Elegir una personalidad muda, integrada en la masa colectiva, aparcar mis gustos particulares, maquillar mis filias y fobias? No... Tú no me verás así.
Sin embargo, no son estas las batallas que me hacen sentir que sigo viva. No; estas pequeñas rencillas no me preocupan en absoluto. Son meros soldaditos de plomo que, ciegos, se malhieren en una inmensa guerra, absurda como todas.
Mi lucha particular es -como no podría ser otra- el amor; mi némesis. Desde que descubrí esta maldita, bendita emoción jamás lo he tenido fácil.
Un día elaboré mi propia teoría:
A cada persona nos atrae un defecto hasta los límites mismos de la perdición.Si encuentras a una persona enviciada en ese defecto, estás atrapada. O atrapado.
Mi defecto particular es socialmente repudiado por los demás. Sé que si te lo cuento enseguida oiré cómo me dices que no soportas a esa clase de personas. Y yo haré como que te entiendo, y me lamentaré de mi debilidad, y esbozaré una sonrisa que se supone pretende excusarme con dulzura.
Y tú menearás la cabeza y me compadecerás, regocijándote mientras piensas en el -seguro- mucho más encantador defecto que te atrae.
Pero en cuanto me des la espalda, pensaré que tú no conoces el sabor de los canallas. Me reiré abiertamente de tu desprecio por ellos, de tu preocupación por el daño que me puedan hacer. Créeme; lo sé.
Y me solazaré en el placer infinito que sé se obtiene cuando te ganas el respeto, el cariño desmedido de uno de ellos.
... Y es que está claro que a mí me atraen los abismos. Si no no puede explicarse lo que ha anidado en mí disparando todas las alarmas de peligro.
9 comentarios:
Gran texto,la vida es una lucha.Con unos pogos de ska es mas llevadera.
Vaas a tener que cambiar el nombre del blog por el de "El Hamlet mecánico".
No me ha quedado muy claro cual es ese defecto tuyo, pero seguro que hay mucha gente que le atrae ese defecto. A los seres humanos nos atrae tanto lo bueno como lo malo.
Y si no fíjate la cantidad de fans que tiene "La oreja de Van Gogh".
Ahora... eso sí... como tu defecto sea, que eres de las personas que deja el sobrecito vacio del azúcar sin arrugar en el cenicero... Que el infierno se te lleve!!!!!!
Tus defectos te completan y te asustan, pero hay que ver en ellos la virtud. Por ejemplo, yo tengo el defecto de no saber estarme callado...alguien habrá que lo encuentre virtud...alguien habrá digo yo.
Además, yo todavía no te he encontrado ningún defecto.
A cuidarse
increíble...tienes toda la razón, a cada uno nos atrae un defecto y siempre pensamos que "el nuestro" es el mejor...pero por nada del mundo pensaría que el tuyo es ridiculo...de hecho yo también me pierdo entre canallas, niños con poca barba y mucha labia que me engatusan con cuatro palabras....
aaaayyy!!!!
Hola a todos:
Me alegro de que os gustara mi texto; pero creo que sólo Ohdiosa lo ha entendido...
No estoy hablando de mis defectos personales, sino del defecto que me atrae en los demás, de esa debilidad que me vuelve loca.
Claro que tengo defectos; algún día los comentaré... Pero sólo me refería a los defectos que me hechizan.
Besicos de limón
hija, es que son muchos años con el "defecto" a cuestas y cayendo siempre en los mismos ¿errores?...así que ahora, lo reconozco a la legua...jajaja!!
este sabado sin ir más lejos lo tuve en la palma de la mano y evidentemente caí, como todo hijo de vecino, es que es un defecto del todo irresistible, ¿no crees?
Ay Ohdiosa... Yo te comprendo; como que me parece estar leyéndome a mí en vez de a ti...
Besicos de limón
Sois muchas las que os sentís atraídas por los canallas.
Lo sé, porque yo no soy uno de ellos y vivo la ausencia de ese defecto atractivo y la presencia de otros defectos menos atractivos.
Qué se le va a hacer...
Habrá que seguir luchando y buscando.
Besitos/azos.
Mariano, no pasa nada. Créeme, en el fondo es mejor que no lo seáis; todo es más fácil.
Además, seguro que tienes defectos que a alguien le parecerán virtudes perfectas.
No hay dos iguales. Cada cual es diferente.
Besicos de limón
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