viernes, 30 de mayo de 2008

Manzanas envenenadas

... Dicen que si continúas
a algún sitio llegarás.
Siempre me gustó caminar.

Huye sin mirar atrás,
yo quizás estaré bien.

¿Ves?

Te sonrío,
aunque se me esté partiendo el corazón.

El olvido es un jardín del Paraíso
y tú su fruto prohibido;
tus ojos dos manzanas envenenadas
a las que -ya no puedo- renunciar.

sábado, 24 de mayo de 2008

De llamas y abismos

... Es cuando te asomas a un abismo; un puto precipicio insondable. Ni siquiera es un agujero negro, porque no te arrastra. Caes porque tú quieres. Aunque lo peor es cuando echas un vistazo cerca del borde y te das cuenta de que ves el final. Sabes qué es lo que te espera si caes.
Por eso tienes miedo. Porque lo sabes.
Entonces te dedicas a alimentar esperanzas. Deseos carnívoros que te consumen el alma. Son como llamas que queman incluso lo ignífugo; las quimeras de tu mente. Convierten en cenizas las fantasías. Cenizas humeantes, además.
Y por el humo se sabe dónde está el fuego.
Bajas a los infiernos y no puedes arder, dije una vez. Ahora, más que nunca, sé que es verdad. Sé que duele, que me dolerá; incluso ya me duele y no hago nada. Sigo sonriendo, intentando no pensar. Y disfrutando; dando un todo a cambio de un ¿nada?
... No nací ave fénix. Pero volaré si caigo al abismo. Y supongo que renaceré de entre las llamas.
Si estás ahí, sí.

viernes, 2 de mayo de 2008

Hoy, triste (I)

Ayer la primera prenda que sacó de su armario fue una sonrisa.
Hoy, triste.
Hoy, desnuda, querría vestirse sólo con su sombra.
Una camisa como la suya, con quizá dos o tres nanogramos de su aroma perdidos tras los botones. Unos vaqueros de chico, de bragueta infinita.
Pero no había nada de eso doblado en sus cajones, así que se conformó con una camiseta que gritaba a voz en escote.
Desayunó un café con cuatro terrones de un azúcar previsiblemente amargo. Desafió a su espejo, perdió la batalla y, de algún modo, supo que también la guerra.
Mañana, no sabía.
Hoy, triste.