Me han presentado un nuevo amigo en filosofía: Inmanuelle Kant. Si ya su nombre no es de la vulgaridad de Paco o Pepe, espérate tú a ver su filosofía...
Llega el alemán éste y dice que hay que ser CRÍTICO (sí, con mayúsculas) en detrimento del dogmatismo. Aquí podría emplearse el famoso argumento tal cosa= caca; a juzgar por el empeño del tito Kant en ello. Quedaría como sigue: Dogmatismo= caca. Así, sin paños calientes, ea.
Dice que el
dogmático afirma estar
en posesión de la verdad sin
planteárselo siquiera -véase el
por mis cojones de Hume-; lo cual le lleva sistemáticamente al
error.
Pues vale, colega. Eso de creer que tú estás en lo cierto que tanto criticas en el dogmatismo no es más que lo que tú mismo haces diciendo que los dogmas son malos... Pero venga, sigue con tu filosofía a ver si te perdono ese fallo garrafal...
Bien. Una vez aclarado este aspecto de suma importancia en la filosofía kantiana, Inmanuelle se pone a criticar la razón pura. Dice que en nuestro conocimiento empleamos los de toda la vida conocidos juicios sintéticos a priori -siempre me imagino al Doctor Zoidberg diciendo esto.
¿Y qué coño es eso? Pues conectar entre sí dos verdades que, aunque evidentes, no tendrían por qué serlo. Un ejemplo sería "Todo fenómeno natural tiene una causa". Según Kant, esto no tendría por qué ser así. Traducido al español del turco-chipriota que parece hablar nuestro amigo filósofo, esto significa que fenómenos como la combustión espontánea o el socorrido yo no he sido existen. Hala. Los científicos a hacer gárgaras de un plumazo.
Dice que si esto nos parece imposible es por unas normas de nuestro razonamiento. Y aquí yo digo: ni normas ni leches, Kant. Eso es así y punto -de nuevo nos referimos a nuestro querido argumento de Hume; la expresión márcate un Hume hace ya furor-; no hay vuelta de hoja.
Pero Kant además de hablar raro es un plasta, y dice que sí, que existen normas. Normas que nos hacen ser racionales. Pues vale. Lo que tú digas.
Habla luego de la sensibilidad, del entendimiento humanos. Se nos pone etéreo -como el radiocasette. Dice que en nuestra sensibilidad nuestra mente incluye el espacio y el tiempo al percibir algo. Vamos, que una conversación alumno-profesor sería así:
-Has llegado tarde, Juanito. Un negativo.
-Pero seño, mi mente dice que no he llegado tarde, que son menos diez. Es lo que yo percibo.
-Me parece muy bien, pero la mía dice que no. Castigado.
-De acuerdo, pero mi sensibilidad retrasará dicho castigo varios cientos de miles de años.
Un caos, vaya. Aparte de esto, el entendimiento añade más cosas, catorce para ser exactos -según Kant- que dificultan aún más el decir de dónde sale nuestro conocimiento. Por ejemplo, el creer que en el mundo hay cosas nos la hemos inventado, dice el germano éste.
Esto tampoco me lo creo, pero dejemos a Kant en su nube que no es nube -ya que las cosas no existen en su mundo.
Luego se saca una palabreja de la manga -noúmeno- y dice que eso es la verdadera naturaleza de nuestras cosas. Ya que tanto nuestra sensiblidad como nuestro entendimiento añaden algo -tiempo, espacio u otras catorce si nos aburrimos- dice que no podemos conocer cómo es originalmente algo. Esto puede ser cierto en algunos casos -véase el antes y el después de Bibi Andersen- pero como que tampoco cuaja, ¿verdad?
Pero nuestro amigo Kant no se corta y también nos habla de la ética. Afirma que nos mueven dos tipos de imperativos; el hipotético -si quieres X haz Y- y el categórico -haz X porque es coherente con una ley moral válida.
Muy bonito, Kant, pero no entiendo un carajo. Vamos a verlo con un ejemplo radical: Un hombre desea suicidarse, ¿qué debería hacer?
Según el imperativo hipotético, si quiere morir debe suicidarse. Según el imperativo categórico no debe hacerlo, puesto que existe la ley moral respetar la vida propia y ajena que se lo impide... ¡Pero bueno! ¿Qué mierda de ética es ésta que se contradice? ¿Entonces el presunto suicida qué hace? ¿Se medio-suicida?
Pues no, porque el amigo Kant se saca la norma por excelencia que debe regir nuestra conducta -según él- que es "Actúa de forma que la máxima de tu conducta se pueda considerar una ley moral que merezca seguirse" Toma ya.
Como siempre traducimos: Nada de beber, decir tacos, fumar, follar y cía.
¿Voluntarios para seguir la norma kantiana? Yo desde luego no tiro la primera piedra...