Un hombre solo
Él estaba allí, tan solitario como sólo un hombre solo puede estarlo.
Yo le observaba, mucho más cercana de lo que él suponía.
La pelirroja también estaba a su lado; como una gata coqueta. Él acariciaba su traje de cristal tibio con sus manos cálidamente frías. Ella. Oh, sí. Ella; brillando rojiza y seductoramente bajo las lámparas. Mirándolo con sus ojos de malta líquida. Deliciosa, y fascinante; llena de ángulos imposibles, eterna amante de los hombres solos.
(Como él)
Pero él no la miraba.
A mí tampoco.
Entre sus manos hacía girar un anillo. Aquel aro plateado bailoteaba torpemente entre aquellos también torpes dedos. Había salido de uno de ellos -del anular; dejando una marca roja, muda testigo de su larga estancia allí- y ahora danzaba con todos.
Polvo al polvo.
No quise interrumpirlo. Me pareció que pensaba en algo muy importante; aunque no supe por qué. Pero respeté su silencio.
Y entonces se puso el anillo otra vez.
Y seguía estando solo.
Aun sin conocerlo a fondo -o quizá sí- deseé que hubiera encontrado respuestas. Le supuse merecedor de ellas; aunque sus preguntas fueran terribles.
Yo le observaba, mucho más cercana de lo que él suponía.
La pelirroja también estaba a su lado; como una gata coqueta. Él acariciaba su traje de cristal tibio con sus manos cálidamente frías. Ella. Oh, sí. Ella; brillando rojiza y seductoramente bajo las lámparas. Mirándolo con sus ojos de malta líquida. Deliciosa, y fascinante; llena de ángulos imposibles, eterna amante de los hombres solos.
(Como él)
Pero él no la miraba.
A mí tampoco.
Entre sus manos hacía girar un anillo. Aquel aro plateado bailoteaba torpemente entre aquellos también torpes dedos. Había salido de uno de ellos -del anular; dejando una marca roja, muda testigo de su larga estancia allí- y ahora danzaba con todos.
Polvo al polvo.
No quise interrumpirlo. Me pareció que pensaba en algo muy importante; aunque no supe por qué. Pero respeté su silencio.
Y entonces se puso el anillo otra vez.
Y seguía estando solo.
Aun sin conocerlo a fondo -o quizá sí- deseé que hubiera encontrado respuestas. Le supuse merecedor de ellas; aunque sus preguntas fueran terribles.
7 comentarios:
Las burbujas de la cerveza guiñan los ojos a los hombres solitarios... Las respuestas.... a veces no existen....
besos...
Bueno, a veces la soledad si está buscada en el fondo de una botella :)
Besossss
Encontrar respuestas... lo siempre deseado.
DC: Yo espero que las encontrara en compañía de la pelirroja. O por él mismo. Qué sé yo.
Belén: En este caso la soledad pareció intrínseca en él durante un instante que se me grabó a fuego...
Dintel: Aunque a veces son difíciles de afrontar, sí; son lo que todos buscamos.
Besicos de limón
Es bonito. Las respuestas...
yo soy de las que pienso que no debemos de tener miedo a las respuestas, sino a las preguntas.
Un saludo
Arwen: Gracias...
Blasfuemia: Gracias por pasarte, ¿nos leemos? Es cierto que a veces las preguntas son mucho más aterradoras que sus respuestas.
Besicos de limón
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