miércoles, 11 de julio de 2007

Psico ¿qué?

Hace mucho que no cuento nada acerca de mis periplos en la autoescuela; y pese a que las prácticas darán seguro mucho más que escribir, me decido a ello para contaros una de las experiencias más inusuales de mi vida: el psicotécnico.
Hace una semana ingresé en el comité de expertos, y me llevé una media de 17 preguntas Julianas/día de regalo sobre una variedad de temas que ríete tú de la Encarta: que si velocidad, que si maniobras, que si carril VAO, carril habilitado para circular en sentido contrario al habitual, carril reversible, carril adicional circunstancial, carril de aceleración, carril bus, carril para tráfico lento, carril bici...
... Creo que el día de mañana padeceré carrilofobia; dios mío, ¿de veras existen tantos diferentes?
a) Sí.
b) Sí, como norma general.
c) Sí, siempre, en cualquier caso.
Ya hasta pienso en test... Cualquier pregunta que me hagan se me presenta con sus tres opciones; y para colmo en lenguaje tráfico. Es el acabóse, por no hablar del porrón de señales que en cualquier momento -véase curva de visibilidad reducida- pueden asaltarte desde el arcén y morderte en el cuello si no las entiendes. O eso, o hacerte suspender un test, las muy perras.
Así que yo he decidido cortar por lo sano y presentarme el 18 al teórico, ¡ar! Y claro, he tenido que hacer el psicotécnico, y rascarme el bolsillo para apoquinar 32 eurazos que a día de hoy no sé para qué -insértese vocablo malsonante- eran.
Llego allí y me hacen pasar a una salita tamaño feng-shui, oscura como boca de lobo. Tras jurar sobre la Biblia que llevo lentillas -porque yo lo valgo no; porque soy miope- y sentarme en un taburete giratorio, me invitan a decir hacia qué lado están abiertos los símbolos de la pantalla.
Siempre he querido mentir como una bellaca en estos casos, para ver la cara que se le quedaría al oculista; pero no lo hice. Tapándome primero un ojo y después el otro, respondí sincera cual Pinocho. Luego me encasquetó unas gafas -parecidas a las Wayfarer de Bob Dylan- con un cristal de kriptonita y otro de rubí; digo, uno verde y otro rojo, por aquello del daltonismo.
Abrió entonces un librito y me dijo que qué veía. Yo respondí:
-Ahora una mariposa, un rombo, un cuadrado, ahora un redondel, ahora un... un... ehm... -y me cabreé- ¿Qué es esto?
-¿No lo ves? -dijo ella, como que fuera obvísimo (patada al diccionario)
-Pues no... -dije yo, amilanada, y comencé a preguntarme si ser daltónica estaría bien, y tal.
-Es un comecocos, como el del videojuego este, el... -se trabó.
Y aquí yo me vengué:
-Se llamaba Pac-man -dije con voz fría de Clint Eastwood.
-¡Eso, Pac-man! Bueno, no te preocupes, el 90% de la gente no lo ve si no se lo digo.
"Qué honor", pensé yo, justo antes de que aquella mujer me llevara a otra sala aún más minúscula pero afortunadamente iluminada. Allí me tomó la presión, el pulso y me auscultó -recordé entonces mi terrorífica experiencia con un principiante, no sé por qué.
Después me hizo unas preguntas:
-Dime todas las enfermedades que hayas padecido.
-Pero... ¿todas? -pregunté, incrédula.
-Sí, todas -tono de voz molesto.
-Vale, pues... Catarro, varicela, catarro, catarro, a veces catarro y... déjeme pensar... catarro -contesté sin vacilar.
Vale, sí; soy un poco gamberra. Pero quedaban más preguntas:
-¿Fumas?
-No -y pensé en él.
-¿Te drogas? -vaya, esta mujer pisa fuerte.
-No.
-¿Te automedicas?
-No.
-¿Pastillas para dormir, tranquilizantes...?
-No.
-¿Bebes?
-No, y por si le interesa, tampoco hago el resto de funciones vitales.
Me ignoró olímpicamente, y prosiguió con sorna:
-Vaya, qué chica más negativa... A todo me ha dicho que no... A ver si cambiamos eso... ¿Alguna fractura, lesión...?
-No.
-¿Ingresaste alguna vez en el hospital?
-No.
-¿Enfermedades infectocontagiosas?
-No.
-¿Te cansas mucho al subir una escalera?
-¿No podría deducirlo a partir de mis anteriores respuestas?
Aquí ya se terminó la encuesta, y pasamos a otra sala donde la -buena- mujer me rogó que esperase.
Así lo hice, sentada ante una máquina que reposaba plácidamente, probablemente en espera de su clímax, provista de dos mandos en forma de T. Cuando mi médico predilecta regresó, me dijo que aquel aparato serviría para medir mi coordinación ojo-mano. Sin más preámbulos, enchufó aquel chisme, y, ante mis ojos, en la pantalla aparecieron dos rayitas -coches, los llamó ella- en sus respectivos senderos.
Para describirlos y no extenderme innecesariamente, diré que parecían sacados del Paint por un bebé sietemesino.
Comenzaron a moverse, y vi que el caminito de la derecha hacía una curva. Se va a enterar ésta, me dije, y la tracé que ni Rossi. Pero, ¡ay! la raya, digo, el coche de la izquierda también se las traía, y pronto me vi inmersa en un serpenteante circuito que mareaba. Fruncí el ceño, pero lo desfruncí al comprobar que aunque me saliera del camino, aquello no pitaba.
La mujer estaba a lo suyo y no me prestaba la más mínima atención, así que yo, por darme el gustazo, dejé que el coche de la derecha se saliera del camino. El psicotécnico salió desastroso, pero como la máquina no pitó, la mujer lo achacó a un error técnico y me felicitó por mi inusual destreza.
Y, después de que estampara su firma en medio de la foto que me pidió, salí de allí alegremente, sintiéndome un poco más... ¿estable, psicológicamente hablando?

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Vaya, cuando yo hice ese test costaba 3000 pehetas.. me haces sentirme mayor (que no maduro..).

Te agradezco mucho tu premio, disculpa que no fuese a la entrega pero me era difícil cortar mis vacaciones, la próxima vez (si la hubiese) prometo mandar un vídeo al menos :P No, en serio, muchas gracias porque cosas así me animan a seguir escribiendo (para bien o para mal :P)

Prueba con estos test:

http://www.tac.es/testconducirmejor.html

Muchas suerte para el 18.
Besos.

kutxi dijo...

¿No sabes para qué eran los 32 euros? Pues en el primero aún te hacen alguna prueba. Te hago un resumen del psicotécnico cuando me renové el carnet de conducir:

- ¿Ve estas letras?
- Sí.
- ¿Ésta cual es?
- La C.
- ¿Y del oído qué tal, ha notado problemas?
- No.

Y no hubo más pruebas. Así da gusto, gente que se fía de la palabra de uno. :-D

Ah, y yo mentí al oculista cuando me hicieron las pruebas para librarme de la mili (qué jartá de años tengo...). Me enseñó una R como un castillo y con todo mi morro le dije: ¡la A! El tío se meaba, jajaja. Lo bueno es que al final me libré, aunque seguro que sin mentir también, las dioptrías no mienten.

Mariano Zurdo dijo...

Porque he estado atento a toda tu entrada, porque si no hubiera pensado que en vez de un psicotécnico para el permiso de conducir estabas haciendo las pruebas de acceso a la NASA...
Cuando me hice el psicotécnico para la renovación (sí, soy así de viejo, qué pasa), al terminar la fase médica me dice la tipa: ¿A qué te dedicas? Soy psicólogo. ¿Estás colegiado? Pues sí. Ah, entonces no tienes que pasar esta parte. Estás exento. ¿¿?? Es como si a uno por ser médico no le pasaran las pruebas médicas, ¿no? Flipante, sin más.
Ánimo con la P-33 que está cayendo mucho...
Besitos/azos.

Zitrone dijo...

Y_W: De nada, de nada ^^ Haré los test de esa página, aunque conzco otra que también es maja.
Kutxi: ¡Has cumplido mi sueño de mentirle al oculista! ¡Te adoro!
Mariano: Yo ya me estaba mosqueando con tanta pruebecita... Y aprovecho para deciros a todos/as que de viejales nada; si acaso yo, enana :P
Besicos de limón

Scarlett dijo...

Esto... juraría que mi profe de Biología de la ESO dijo que las mujeres no podemos ser daltónicas (portadoras del gen sí, pero daltónicas no) que lo mismo me equivoco, pero... debería comprobarlo...
Animo con los tests :-)
Tengo pensado visitar al oculista algún día de estos, me has dado una idea genial para que se haga más amena :-P
Besitos!

Zitrone dijo...

Lo del daltonismo era un gen ligado al sexo, en este caso al cromosoma X.
Las mujeres pueden ser normales (no lo tienen), portadoras (si sólo lo tienen en un cromosoma) o portadoras (si lo tienen en ambos); mientras que los hombres sólo pueden ser normales o daltónicos, puesto que al ser XY, con uno que tengan es suficiente.
Gracias por tus ánimos.
Besicos de limón