jueves, 26 de julio de 2007

Las bicicletas no son para el verano

Llevo siete días sin sangrar letras por ti. Eso no quita para que no te piense.
Es el verano; tan sólo el maldito verano. . Cuánto añoro mi querido invierno.
Por eso hoy monté en una bicicleta naranja y pedaleé diez kilómetros dirección Villamuriel de Cerrato. Me crucé con varias personas que disfrutaban de una mañana de sol a orillas del río Carrión. Se dedicaban a las actividades propias -pesca, paseo, conversación animada- de aquellos que hieden a risa; de los henchidos de plenitud.
Yo en cambio huía. Tal vez de sus sonrisas o de la -pestilente- felicidad con que contaminaban burbujas de aire a su alrededor. No sé. Nunca sé por qué. Pero hinqué los pies en los pedales y me escondí tras mis gafas de sol.
Contuve la respiración cuando me acerqué a una familia particularmente risueña que extendía un mantel a cuadros junto a la dársena. No quise robarles ni un sorbo. Tampoco sé por qué.
El camino resbalaba a causa de la gravilla. Los olmos daban sombra y parecían orgullosos de ello. Algún junco me arañaba los tobillos, y hasta el zumbido de los mosquitos tenía ritmo sinfónico. Pero yo pedaleaba y sentía que algo se me iba escurriendo del alma por entre los radios de la bicicleta.
Mejor. Menos peso.
No quise recorrer aquella serpiente negra en forma de carretera. No me gusta lo fácil. Tome el sendero de la izquierda siempre que llegué a una encrucijada. El camino era casi mi amigo; sin cuestas, sin gente, sin sol abrasador. Llegué al pueblo y compré una hogaza en la panadería de toda la vida para mi madre.
Mientras regresaba a Palencia la bolsa bailoteaba alegremente colgada del manillar. Dejó de hacerlo cuando paré al ver aquello negro entre la hierba.
Sí, era un pajarillo. Un polluelo de avión común que probablemente habría caído del nido. Piaba y algo en su socorro me partió en dos.
Bajé de la bicicleta y lo cogí con cuidado. El plumón cosquilleaba. Pesaba lo que pesan cinco cigarrillos. Dejó de piar. Abrí las manos y dio un salto hasta posarse en mi dedo índice.
Me miró con unos enormes ojos negros y voló lejos. Muy lejos.
En silencio le pedí que me llevara.

7 comentarios:

Mariano Zurdo dijo...

A mí el verano me sentará bien pero es que a ti te sienta de maravilla. Yo añoro mi invierno en cada gota de sudor.
Vuelvo el lunes.
Besitos/azos.

Anónimo dijo...

Asombrosa descripción de un paseo en bicicleta.. ¿cómo no iba a triunfar verano azul con todas esas experiencias? :P
Me apetece salir a pasear..

Por cierto, hice el test (con sueño, sudor y lágrimas.. xD)

Besicos..

Zitrone dijo...

Mariano: El invierno me gusta mucho más que el verano; aunque no puedo negar que el solazo está bien -pero es que los veranos de Palencia son lo más parecido a un parrilla; y me quedo corta.
Y_W: Nunca vi Verano azul salvo el episodio de la famosa muerte de Chanquete (sí, se moría :P) Gracias por tomarte la molestia... test con sudor... qué asco... :P
Besicos de limón

Vitote dijo...

Ir con la bicicleta por el monte es uno de esos placeres que la vida regala en los pueblos. Y salir con los perros de rastro sin pretender cazar nada, pero localizar manadas y recechar al d�a siguiente para ver corzos y jabal�es en su propio medio.

A cuidarse

Ohdiosa dijo...

despues de leer esto lo único en lo que puedo pensar es en pasear asi que voy a vestirme y a dar un paseo, la mañana hoy está fresca y necesito algo de "verde", algo de naturaleza....

Zitrone dijo...

Vitote: El campo qué tendrá que allí se está como en ningún otro lugar...
Ohdiosa: Pasea, pasea; pero procura no morir de deshidratación ^^
Besicos de limón

Anónimo dijo...

bueno... aca pasear es dificil es dificil en estas fechas (estoy en el larguirucho pais del hemisferio sur)...prefiero el otoño melancólico, el invierno me hincha las pelotas en realidad... y queria decirte que tuviste suerte tomando a un pajaro en tus manos, yo corrí con la mala suerte de pisar uno hace un tiempo... aun me atormenta la imagen posterior al pisotón.