viernes, 16 de noviembre de 2012

Baile de máscaras

Últimamente has vuelto a convertirte en mi depredador especializado. Hay tantas presas con ojos de gacela que habitan esa sabana inmensa llamada noche, que confié en que la manada me protegería. Que la próxima vez que te viera con los labios ocupados devorando un cuerpo, no sería el mío.
Error. Uno más, quiero decir.
Tú solías alimentarte de mis muslos. Y yo me empadroné en tu bragueta. Éramos dos completamente conocidos jugando a desconocerse; hasta que el baile terminó y cayeron las máscaras.
Ahora, no habrá otra manera de volar que no sea olvidándote. No queda sino arrancarse el puto cerebro. Que sangre lejos, muy lejos; lejísimos de mí.. Que huelas el rastro y creas que he huido. Mientras, te juro que intentaré autoconvencerme de que hay otros carnívoros capaces de devorarme con la misma ternura que tú.
Lo más duro será decir adiós a tu espalda inmensa como una llanura. Dejar atrás esas manos de relojero, tu vientre tenso como parche de tambor. Aprender a odiar ese olor que incita a amar. Despedirme de tu perfección, en suma.
... A un corazón de hueso como el mío no le conviene un perro guardián.

miércoles, 27 de junio de 2012

Mudanza

... No todo se puede meter en cajas.
Voy desnudando lentamente a la pared, mintiéndome e imaginando que su dura superficie recibe mis dedos temblorosos como solía hacerlo tu vientre anhelante. Cada póster que cae, es un recuerdo más que pasará a colgar de mi alma.
Me pregunto si allí dejará las mismas marcas que ahora y por siempre tatúan el muro, como las cicatrices ―letras de carne retorcida― susurran historias sobre el cuerpo de los marinos.
Me pregunto si al menos servirán para cubrir las imperfecciones de mi interior, porque, ¿sabes? mi conciencia es una arrendadora estricta; y no me devolverá la cordura que dejé en fianza a menos que todo esté en orden aquí.
Hay contratos que nunca, nunca rescinden.
Ojalá tu corazón fuese esta pared y mi recuerdo un eterno mordisco de chincheta.

lunes, 23 de abril de 2012

Siempre supe...

... que la felicidad es una puta de lujo que vende muy caro su cuerpo.

lunes, 19 de marzo de 2012

The Arcadian

Te tengo frente a mí. Y lo que veo no eres tú.
No hay piel estratégicamente anudada en torno a tus huesos. No hay ya esos ojosportales interdimensionales al fondo de tu alma. No hay tendones, no hay sangre; no hay siquiera un corazón ladrando un S.O.S. al ritmo de código morse.
No.
Te has convertido en un edificio; en el Arcadian de Ted Mosby. Eres un gran trasto inútil, pretencioso monumento a una época dorada que hoy se ha vuelto gris. Protegido tras el cemento y armado con hormigón ídem olvidas, sin embargo, que sé ―todo el mundo sabe― que existe un botón rojo que te derruirá en segundos.
Lo pulse o no, tarde o temprano, caerás. Mi amor... tú ya no sirves para el amor.
Y de tus escombros quizá reinvente la casa de mis sueños. Y tal vez por favor, por favor― se cierre el círculo, el ladrillo se torne carne de nuevo, y me traspasen otros ojos.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Diamante

Eres como un diamante.
Tu núcleo es vulgar carbono, como el mío, como el de otros; como el de ese bello cuadro, como el de ese montón de mierda.
Eres tan corriente como raro.
Porque tu carbono, tu esencia, el material común que vertebra tus extraordinarios sueños, sólo se torna único bajo presión. No todos la soportan.
Pero tú sí.
Y cuando te muestras, cuando al fin brillas —¡ah, cuando brillas!—, todos quieren poseerte. Te buscan y manchan esa búsqueda con sangre. Pagarían cualquier precio. —todos lo sabemos— que las mujeres de la galaxia entera quieren uno como tú.
Aunque siempre se empeñan en cambiarte. Te pulen para que afloren todas tus facetas, y te transforman en un ser frío y extraterrestre.
Yo... yo te encuentro bello tal y como te encontré.
Sé que existen mil y una imitaciones de ti, quizá más fáciles y perfectas. Pero no te quiero sólo para lucirte.
Quiero que seas mi diamante. Mi amante de día.

viernes, 30 de septiembre de 2011

Memoria

Aunque el corazón olvide, lo verdaderamente jodido es que la piel sigue recordando.

domingo, 28 de agosto de 2011

Soneto al jazz

Eres, ojazos, muy parecido al jazz.
Tu melodía es tan alucinante
como seca y enjuta cual Rocinante
que frente al molino perdió batallas.

Quizá busques nuevos huesos que roer
aunque sólo te encuentren lindas perras;
y entonces yacerán bajo tierra
los únicos labios que pudiste comer.

Conozco bien tu corazón de amianto
y de napalm mis ojos inundaré
hasta fundirlo junto con mi llanto.

Adiós, caballero con alma de chaqué;
ahí te quedes solo con tu espanto
y sueñes todo negro como el café.