En la
jaula de tus
costillas se ha encerrado el tiempo.
Sé a lo que tiene miedo.
Pero
yo igualmente
ardo; y desde el
Infierno te sonrío mientras se me consume el
corazón.
No le temas al fuego. Que te rodee. Como a mí.
... Las
cenizas del
amor ensucian, pero -¿sabes?- al menos se recogen
sin sangre.