martes, 23 de septiembre de 2008

Carne y luz

Existe una chispa. Una leve brizna de luz que hace que mis labios aún puedan parir sonrisas genuinas.
Hoy me bebo a sorbos un gran cántaro de felicidad. Y mañana quizá agonice en soledad, demasiado enferma de miedo como para -siquiera- vomitar el veneno. Quién sabe.
Sí... Me gusta disfrazar con palabras terribles mis sensaciones mundanas. Así puedo manejarlas de lejos; como quien lee un libro triste y abandona su -triste- lectura cerrándolo de golpe.
Por eso digo que hoy me siento como el carnicero tras destazar una gran pieza de carne. O como el cardiólogo tras un transplante.
... Una vez concluido el trabajo, que arrojaré a la basura el corazón.

martes, 16 de septiembre de 2008

Haiku (III)

A veces todo
es increíble y por eso
(no) me lo creo.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Soneto a los inventos

Tengo un corazón de frío siberiano,
sin trineos, Santa Claus ni renos.
Nunca y yo -en esto- coincidiremos:
meses de escarcha son el Verano.

Hay tan poco y tanto me gustaría
que unas veces te odio y otras te amo.
Soy el juguete roto, perro sin amo,
un raro silencio de guardería.

Sé que son tan sólo tontos inventos,
excusas, cien modos de sobrevivir;
una ceniza entre fuertes vientos.

Tan poco soy que ni llego a herir,
con tanto miedo asesto torpes tientos
que tal vez debería dejarlo morir.

jueves, 4 de septiembre de 2008

Querría

Querría vomitar
todo lo que siento.
Sufro de
anorexia de sentimientos.

Querría sin rodeos
firmarte aquí un "te quiero"
Sufro de
cobardía al miedo.

Querría decirte
mucho; y a la vez tan poco.
Sufro de
sequía y océanos.

martes, 2 de septiembre de 2008

Wine Amyhouse

Os presento a Amy Wine... Quiero decir; Wine Amyhouse.
Nació para ser enviada a Adobo Fanzine, en respuesta a su petición de retratos de tan inefable artista.

lunes, 1 de septiembre de 2008

El patio

Es sólo un patio. Un puto patio.
Deja de mirar por la ventana: no vendrá. No es un ángel ni mucho menos un demonio, aunque te guste imaginarlo así. En realidad bastaría con olvidar. Con olvidarle.
Y sin embargo es capaz de dejarte la mente en blanco. De paralizarte. De llenarte la cabeza de recuerdos más soñados que vividos.
Joder.
De que te pases dos horas mirando -sin mirar- ese maldito patio.