Mudanza
... No todo se puede meter en cajas.
Voy desnudando lentamente a la pared, mintiéndome e imaginando que su dura superficie recibe mis dedos temblorosos como solía hacerlo tu vientre anhelante. Cada póster que cae, es un recuerdo más que pasará a colgar de mi alma.
Me pregunto si allí dejará las mismas marcas que ahora y por siempre tatúan el muro, como las cicatrices ―letras de carne retorcida― susurran historias sobre el cuerpo de los marinos.
Me pregunto si al menos servirán para cubrir las imperfecciones de mi interior, porque, ¿sabes? mi conciencia es una arrendadora estricta; y no me devolverá la cordura que dejé en fianza a menos que todo esté en orden aquí.
Hay contratos que nunca, nunca rescinden.