Una palabra no basta nunca; pero ésta -a veces- sí. Caos. Caos, caos, caótico, caotizante. Así es.
Tanto tiempo sin
ti, tanto tú sin
mí, tanto todo... Temo el reencuentro, ¿
qué será, será? ¿Tocará llorar,
recordar, abrazar, tocar, besar... ?
¿O sólo habrá dos pares de ojos que se reconocen, una llama azul de butano que agoniza de vergüenza, dos cabezas que se agachan -y se niegan la visión la una de la otra-, y cuatro pies que sólo saben dar pasos de los que alejan?
A veces toca imaginar la versión bonita. Otras la real.
...
Qué miedo tengo; y eso que a veces logro no quererte - o
al menos quererte menos, odiarte un poco, creerte
loco. Temo que los
49 ridículos altares que te he erigido no sirvan de nada. Ni
hayan servido.
(...)
¡No, no dejes que diga esto! Llevo demasiado años creyéndolo; que todo merece la pena y tiene su sentido exacto -como los relojes suizos. Tú no eres una excepción; no puedes serlo. Y... ¿sabes? Ha sido genial todo el dolor que me has causado.
Te quiero, pero ahora estoy realmente lejos de ti. Y no son kilómetros. Somos nosotros.
Parece que hay una pausa para publicidad en lo nuestro. Aprovecha y ve al servicio. No olvides bajar la tapa... No creo que vuelvas, así que no está de más que tu huida sea decente.
Bájala, he dicho.
... Joder, estoy harta de tener que andar tras de ti. Que la bajes.
Ya.